Servicios públicos ¡La desamortización de Madoz en el s.XXI!

Servicios públicos ¡La desamortización de Madoz en el s.XXI!

La deuda pública española del siglo XIX se financió en buena parte gracias a la expropiación y subasta pública de los bienes propiedad de las llamadas “manos muertas”. La más conocida de todas, la desamortización de Mendizabal, que afectó mayoritariamente a los bienes del clero regular, tuvo menor incidencia que la promulgada durante el Bienio Liberal por el ministro de hacienda Pascual Madoz. La desmortización de Madoz, de mayor calado que la anterior, perjudico a las propiedades del clero secular y, sobre todo, a los baldíos, tierras comunales propiedad de los vecinos de un concejo y gestionados por su comunidad.
Estas tierras, pastos y montes, eran el medio de supervivencia de los más menesterosos. Su explotación y los recursos generados eran participados por todos los vecinos. Así su ganado podía pastar en estas tierras. El cereal se sembraba libremente en los sotos Podían hacerse con madera para cualquiera de sus múltiples  aplicaciones en la economía de la época, como elemento constructivo, como fuente de energía...  La industria del hierro, la de nuesros ferrones, nace a la sombra de los bosques comunales.

Se trataba de terrenos improductivos y mal gestionados a ojos de los liberales.  La solución pasaba por su enajenación y venta. El fin  era aumentar la tierra rotulable, ampliar el mercado, hacerse con nuevos medios de producción. La disculpa fué el pago de la deuda soberana. El reultado es de sobra conocido.  La propiedad de la tierra se concentró, el campesinado empobreció y el sistema no permitió una acumulación de capital suficiente que abriera paso a una sociedad industrial. Los ideales más puros del del liberalismo sucumbieron. Una nueva casta, los caciques  asimilan los postulados y las estructuras sociales del Antiguo Régimen, y con el apoyo de la Iglesia, extienden su influencia hasta bien entrado el siglo XX. El capitalismo liberal fracasa política y económicamente en la España del XIX. Y con él, el  Estado Moderno

A comienzos del XXI  aproximadamente el 40% de los recursos son propiedad y/o están administrados, directa o indirectamente, por los poderes públicos. Recursos naturales,energía, educación, sanidad, pensiones, seguridad,comunicaciones... es el procomún que  heredamos de las luchas del convulso siglo XX.
Hoy asistimos impasibles a su desamortización. Los nuevos liberales han extendido la creencia de que se trata de tierras en "manos muertas". Los poderes públicos, hoy, como antes lo fueron la Iglesia y las corporaciones locales, son consideradas ineptas para la gestión de los bienes comunes.
La deuda soberana es, otra vez, la disculpa. Una nueva casta de tecnócratas fiancieros asoma al poder. En connivencia con el el poder institucional  y asimilándose al gran capital se hacen con la gestión y la propiedad de los bienes comunes. Desde hace más de 30 años el proceso de enajenación de los bienes públicos no  ha parado. Agua, comunicaciones, información, energía, sistema bancario, y otros, han salido  de la esfera de lo público para engrosar el negocio (mercado) de lo privado. Calles y plazas son engullidas tras urbanizaciones "particulares" en aras de la seguridad  de sus opulentos inquilinos. La comunicación paga derecho de paso. Los servicios esenciales se contratan a través de entes semipúblicos o empresas privadas...No es suficiente. Hay que rotular nuevas tierras. Hay que ampliar el mercado. Hay que hacerse con los medios de producción. Ha llegado la hora de la desamortización los bienes comunales más preciados, los de mayor carga simbólica. Los que nos hacen iguales ante el conocimiento y la  transformación de la realidad. Los que nos hacen iguales ante la vejez, la enfermedad y la muerte.
La dignidad de nuestros mayores, la cultura y la salud están en venta.

Mendizabal ya ha pasado, llega Madoz.

Iñigo Collera, irakaslea.

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